El acontecimiento cristiano genera un hombre comunional, que por su naturaleza intrínseca construye comunidad con los próximos. El Papa Francisco llama a este hombre discípulo misionero. Los discípulos misioneros son artífices de culturas y edificadores de pueblos. El pueblo busca su liberación: una justa relación con los otros hombres que permita a todos tener tierra, techo y trabajo. Este pueblo creyente, en diálogo con los otros hombres, es el sujeto adecuado de la lucha para la liberación. Este libro sigue el camino de la teología, que piensa al pueblo como sujeto de la liberación desde los inicios en la Argentina de los años setenta, a través de Puebla, que es la etapa en la que esta teología se hace latinoamericana, hasta el pontificado de Papa Francisco, que marca la etapa de su globalización. Se plantean también los problemas que en esta nueva etapa se encuentran. El método es más filosófico que teológico: una teología latinoamericana busca una filosofía adecuada para sí. En el cambio de época que estamos viviendo, la teología está llamada a pensar no solo el cielo de la metafísica sino también la tierra de la historia humana. Está llamada a dialogar con la economía, con la sociología y con las ciencias humanas, para constituir una teoría crítica de la sociedad que pueda guiar nuestros pasos en el camino de la justicia y de la paz.